lunes, 28 de julio de 2008

TOMA CHOCOLATE, PAGA LO QUE DEBEESSSSSSSS!!! 3a Parte y final.


Hola mis chicos y chicas, mil y unas disculpas por no haber escrito, muchas son las excusas, pero ninguna daré a conocer. Pero vuelvo en gloria y majestad al último capítulo de este delicioso vicio, sip porque el chocolate es un talón de Aquiles, un imán, un, ufff vaya tantas cosas, que de pensarlo ya me dan ganas de un trocito, pero noo!!!!, me mantendré compuesta, sin embargo, no vendría nada de mal, más aún si sabe que el chocolate hace bien a la salud mental y física, y que de sus componentes se puede incluso hacer tónicos contra la tos y otras molestias.


El Chocolate se usaba con fines terapéuticos ya en el siglo IV, cuando los mayas empezaron a cultivar el árbol del cacao. Los hechiceros prescribían el consumo de cacao tanto como estimulante como por sus efectos calmantes. Los guerreros lo consumían como una bebida reconstituyente, y la manteca de cacao era usada como ungüento para curar heridas.
Más tarde, los aztecas prescribieron una poción a base de cacao mezclado con el polvo de los huesos machacados de sus antepasados para curar la diarrea. Los colonos españoles también fueron conscientes de la virtudes curativas del cacao. Un viajero de la época dice de sus compatriotas: “Con estos granos elaboran una especie de pasta que según ellos es buena para el estomago y contra el catarro”.
Sin embargo, el chocolate despertó sentimientos encontrados entre la comunidad científica y médica, que se mostró tan vocinglera como la Iglesia a la hora de debatir las virtudes y los defectos de que la misteriosa nueva sustancia. Durante el siglo XVI, cuando la medicina todavía estaba en mantillas, muchas teorías médicas se basaban en la existencia de humores “calientes” y “fríos”, o en las energías corporales, de cuyo correcto equilibrio dependía la no aparición de enfermedades. Los españoles clasificaron al chocolate como una sustancia “fría” y neutralizaban sus efectos tomándola muy caliente y aderezada con especias “calientes”. No podían entender por qué los aztecas se tomaban el chocolate sin calentarlo tratándose de un alimento esencialmente “frío”.
Durante el siglo XVII, el chocolate ya había recibido la aprobadora bendición de un buen numero de botánicos y médicos, que habían descubierto que contenía toda clase de sustancias beneficiosas. Henry Stubbe (1632-72), el medico de la corte inglesa, visito las Indias Occidentales para investigar los efectos físicos del chocolate. A su regreso publico “The Indian Néctar”, en la que se deshacía en elogios por la bebida, pero que echarle demasiado azúcar o especias era desaconsejable. Stephani Blancardi (1650-1702), un médico italiano comento: “El chocolate no solo tiene un sabor agradable, sino que es también un autentico bálsamo para la boca, pues contribuye a mantener todas las glándulas y humores en un perfecto estado de salud. Todo aquel que lo bebe posee un aliento muy dulce”.
La facultad francesa de Medicina aprobó oficialmente su uso el año 1661. El magistrado y gastrónomo Brillat-Savarin (1755-1826), escribe en su célebre obra “Physiologie du Gout”: “El chocolate, cuando ha sido cuidadosamente preparado, es un alimento completo y agradable... muy apropiado para quien realiza un gran esfuerzo mental, predicadores, abogados, y sobre todo viajeros... se aposenta bien en los mas débiles estómagos, es beneficiosos en enfermedades crónicas y contribuye el último recurso en las dolencias del piloro”. Algunos de los contemporáneos de Brillat-Savarin afirmaban que el chocolate puede curar la tuberculosis. Un medico francés, quizás habiendo experimentado que el chocolate levantaba el ánimo, estaba convencido de que era un antídoto contra los corazones rotos: “Quienes tienen mal de amores y sufren de la mas universal de las dolencias galantes, tendrán en el chocolate el mas agradable de los consuelos”. Las alabanzas no eran ni mucho menos universales. Un medico de la corte toscana del siglo XVIII declaro que el chocolate era una sustancia “caliente” y que era una locura mezclarlo con otras “drogas calientes”. Evidentemente había observado los efectos de la cafeína, puesto que cita entre sus efectos la locuacidad persistente, el insomnio, la irritabilidad y la hiperactividad en los niños. En general, los beneficios efectos médicos y nutritivos del chocolate fueron bien aceptados. Un escritor ingles de la época lo describe así: “Una bebida incomparables desde el punto de vista familiar, para el desayuno o la cena, para cuando el té o el café están realmente fuera de lugar, a menos que este ultimo se sirva con mucha leche”. Brillat-Savarin comentaba acerca de la digestión: “Cuando uno ha comido bien y copiosamente, tomando una buena taza de chocolate al final de la comida, lo habrá digerido todo perfectamente al cabo de tres horas”. Durante el siglo XIX muchos charlatanes empezaron a hacer su agosto gracias al prestigio que la aprobación de los médicos dio al chocolate. Diversas formas de “chocolate” medicinal hicieron su aparición, incluyendo productos de nombres tan siniestros como el “Chocolate pectoral”, elaborado con tapioca india y recomendado para combatir la tisis, y el “chocolate analéptico”, elaborado con un misterioso “toxico persa”. Hacia finales de siglo, el articulo genuino recibió la aprobación de todos los hospitales y sanatorios, así como el de la armada, el ejercito y diversas instituciones publicas. (Christine McFadden - Christine France/ "La gran enciclopedia del chocolate").

Esta claro entonces que el chocolate por sus alto contenido calórico, da por ende mucha energía y para las penas es un buen aliado para levantar a las endorfinas y la feniletilamina, ayuda a prevenir el síndrome de fatiga crónica (SFC), es un mal con una variedad de síntomas, pero caracterizado fundamentalmente por una fatiga muscular profunda luego del esfuerzo físico extremo, ya que el consumo moderado de chocolate puro o negro (ese es el secreto). El chocolate negro es rico en polifenoles, que ya han sido asociados en el pasado con beneficios para la salud tales como la reducción de la presión arterial, asimismo, los polifenoles mejoran los niveles de serotonina en el cerebro, sustancia que ha sido vinculada al síndrome de fatiga crónica.

Diversas investigaciones han indicado además, que el chocolate contiene sustancias químicas que ayudan en la prevención de enfermedades del corazón y hasta de algunos tipos de cáncer.
Pero, según un nuevo estudio, es el chocolate amargo extraído directamente del cacao, no el procesado con leche que normalmente se vende en los supermercados, el que tiene mejores propiedades antioxidantes. Esto quiere decir que el chocolate amargo puede proteger al corazón y a las arterias de los daños causados por la oxidación, que se podría comparar a la herrumbre que cubre a los metales con el paso del tiempo.

Incluso un trozo de chocolate negro puede ser mejor que un beso!!!!!, increíble pero cierto, ya que provoca incluso 4 veces más estímulos corporales y cerebrales que un ósculo apasionado.
Veen hay que comer, un trocito diario, pero hay comer, así que ya sea que estén solos, se sientan tristes, quieran vivir más, tener bebes contentos o simplemente sentirse inexplicablemente más feliz, mire al cielo de gracias a los dioses aztecas y llévese un chocolate a la boca. Bonne apetit!!!.

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Cariños y paz para todos, Vanesa Pino.